La obcecación, que en otros aspectos de la vida, significa cerrazón, en el oficio del artista viene a ser el principal requisito para lograr un resultado convincente y, por lo general, fundacional. La obcecación, tomada en su versión más corriente, es sinónimo de un impedimento hacia la visión de diversas realidades mejores, pero en el sentido más especial de fijación o concentración sobre una idea evoca fértil el mundo de la incubación. La incubación se inscribe en la órbita de la obcecación, como también la obsesión, por patológica que llegue a parecer, alude a la polarizada disposición para dar a luz.
Los artistas no son ni menos ni más que los demás seres humanos. En numerosas ocasiones son menos debido a su enfermiza obsesión y en circunstancias excepcionales parece que son más porque gracias a la solidez de su obsesión obtienen un resultado insólito. Lo insólito que proviene de la exasperación de la idea y tras haberse convertido su fantasía objeto real. Las obras de arte son consolidaciones de una idea que, inflamada hasta la tumefacción, deriva en eyaculación. La densificación y abultamiento del concepto obsesivo alcanza el punto de su versión en material tangible y espeso. He aquí, además, la trayectoria de muchas pasiones que terminan definitivamente en realidad sustantiva y candeal.
Vicente Verdú
http://El Boomeran(g)
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